El sentido fundamental del relato de los peces es poner de manifiesto el que algunas de las realidades más cotidianas son a menudo las menos evidentes. Recientemente he tenido ocasión de escuchar a un muchacho alardear de lo fácil que le había resultado superar exitosamente sus estudios de grado. Me lo leía el día antes y sacaba buena nota —proclamaba orgulloso. Lo mejor de todo es que el auditorio reconocía enseguida la sobredotación del imberbe con frases como —y juro que las decían en serio— ¡Es que tú eres muy listo! Pues sí. Esto es lo que hay y no es culpa de nadie. El tiempo solo transcurre en un sentido. La imposibilidad de detenerlo hace que inevitablemente tengamos la sensación continua de que salimos adelante. Después, nuestro inherente egocentrismo hace el resto atribuyéndonos una ración de autoconvencimiento sobre nuestra propia excelencia. Y es que aquí es donde nos movemos. ¡Qué importa la dificultad de los exámenes! ¡Qué importa lo que haya aprendido realmente! ¡Qué