Hace falta insensatez para enfrentarse a una hoja en blanco. Es como atravesar una calle de un único carril, pero con la viva esperanza de no encontrarte a nadie en el retrovisor cuando pretendas dar marcha atrás. A menudo sientes que quieres desaparecer sin antes expirar y te cuelgas deseoso de una nota a pie de página. Y es que no hay nada distinguido en ordenar palabras de un lenguaje que no es mío. Tan solo dejo que desborden mi pensamiento antes de detenerme en seco, mirar por el espejo, y deshacer a veces lo que ya había hecho.
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