Es una imagen recurrente, más tópico que realidad, la del jubilado de más de 75 exprimiendo el tedio previo al desenlace frente a una obra cualquiera. En aquel punto, la circunstancia es irrelevante. Nada importa si se trata de la remodelación de un parking o de la construcción de unos grandes almacenes. Lo esencial es que haya colosales excavadoras y un capataz curtido por las inclemencias meteorológicas dispuesto a aguantar las condescendientes indicaciones del jubileta de turno. Brío, brío, brío... Daaaale ahí... . Pero como ya dije, esto es más bien un estereotipo que no contemplo desde hace ya algún tiempo. Y no me incomoda. Al fin y al cabo, ese hobby me sale gratis. También es barata otra afición, mucho menos estudiada, pero más incrustada en el quehacer diario de nuestros mayores. Me refiero, cómo no, al acercarse a los pasos de cebra con la premisa de no cruzar bajo ningún concepto y el propósito de agitar la mano dando a entender que pases tú primero. Aunque no es imprescin