Locamente prosaico el formato,
cabalgando contradicciones
en tono nostálgico.
El anhelo, Cantabria,
tu abrazo en mi tacto,
rebosa en el festejo de tu pelo largo.
Razón infalible,
como un lucero en la duda,
perdido en la noche
de tormenta madura.
Esta es la carta pedida
que se me ha ido de las manos.
Hay fiesta en la niebla
y la luz tensa apenas revienta
el cielo sobre mí, no importa tampoco
que esto lo entiendas,
aunque en convivencia parecían perfectas
las sombras que ya no vuelan.
Fuiste mi rincón favorito,
tan desnudo mi sosiego
si no cambian las preferencias
ni celebrando yo contigo
este día en la distancia,
mientras tú, adentro,
disfrutas de mi ausencia.
Entre tanto,
pierdo la armadura en un regate,
quebranto las pesadillas de esta espera rota,
la misiva se diluye
y mi alma ya no flota.
Me encanta leerte...
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