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60.- Alzheimer impreciso.

A punto de faltarnos el tiempo
para aprender de dónde venimos 
y por qué somos.
Los nervios a flor de piel
desmantelan el bullicio de la gente,
como una luz cegadora en el cielo
que de pronto el alma devora.
Y solo quieres marcharte, 
sin razón para seguir viviendo.
Era cada día así. Sin ser grandes,
nos sosteníamos
queriéndonos hasta reventar.
Luego cambian los padres
y quedan en el viaje
los abrazos por lecciones,
ansiolíticos, ferrocarril,
y un Alzheimer impreciso
del que, cuando despiertas,
ya no estás aquí.
Aunque nunca hablo de mí,
gracias por haberme esperado,
cantando “cielito lindo”,
desde Ávila hasta Valladolid, 
para alegrarnos los corazones.

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