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Mostrando entradas de marzo, 2019

38.- Poema que será poesía si deseas.

Llamé un tren que me trae de vuelta a un lugar donde nunca estuve para descubrir que si hubiese sido aquel, ahora no sería nada y tú no tendrías nada que leer. Mentiras y promesas que te enseñan que la madre solo es prestada. No te dan la vida, ni es la vida la que se acaba. Palabras que son poemas porque tú lo deseas y poetas dormidos que sin escribir jamás se quedan.  Cuatro estrofas sin versos y tú sonríes al creer que los versos son a la estrofa como las semanas al mes. Una sonrisa cómplice que se deshace al esperar otra más y comprobar que, sin embargo y con esta, al final solo serán tres.

37.- La prisión del pensamiento.

Guarda la luz bajo el brazo que apuntó a la cara de la desesperación. Sus labios sellados caminan de la mano rumbo a un lugar sin dueño. Rumbo, quizás, a ninguna parte. Describe melodías con acento extraño. Anota insensateces en su libreta roja. Cabalga abrumado pensando en la prisión del pensamiento: razón y sentimiento, para abandonar las dos y reír. Si no hay nada, nada tiene que decir.

36.- Diez años (II).

Se ve que la quitanieves no ha podido con toda esa masa blanca convertida puramente en un objeto de resistencia mayúscula. Agregado un viento sobrecogedor al temporal, parece que los copos caen hacia arriba cuando se miran al contraste sobre la oscuridad de la noche. Los focos de mi coche a penas alcanzan unos metros más allá del lugar donde estoy varado después de que, tras deslizar sobre un manto de hielo, impactase contra el guardarraíl. Las luces de emergencia parpadean agobiantes y mantengo viva la esperanza de que algún vehículo se detenga para recogerme y llevarme al albergue más cercano. Aunque improbable, me recordaba a esos sujetos atrapados en el enjambre del tráfico los viernes al salir del tajo. Mas yo estoy solo. Igual de solo que ellos pero, en verdad, solo de veras. Con más de nueve mil días en mi haber y una docena de señeros para el recuerdo. Estaba mirando el indicador del nivel de gasolina cuando, de pronto, observo cómo brotan dos luceros de un tono cobrizo en el