Locamente prosaico el formato, cabalgando contradicciones en tono nostálgico. El anhelo, Cantabria, tu abrazo en mi tacto, rebosa en el festejo de tu pelo largo. Razón infalible, como un lucero en la duda, perdido en la noche de tormenta madura. Esta es la carta pedida que se me ha ido de las manos. Hay fiesta en la niebla y la luz tensa apenas revienta el cielo sobre mí, no importa tampoco que esto lo entiendas, aunque en convivencia parecían perfectas las sombras que ya no vuelan. Fuiste mi rincón favorito, tan desnudo mi sosiego si no cambian las preferencias ni celebrando yo contigo este día en la distancia, mientras tú, adentro, disfrutas de mi ausencia. Entre tanto, pierdo la armadura en un regate, quebranto las pesadillas de esta espera rota, la misiva se diluye y mi alma ya no flota.