Sigo pareciendo prolijo y perspicuo, viviendo en libertad desde que no estás. Del porvenir, de lunes a martes, por si acaso iremos por delante abriéndonos paso entre conversaciones banales. A penas he cambiado desde que dejé de pensar en lo que podría haber hecho. Y pasan los minutos y suenan mis pensamientos. Mi vecino me dice que calle y deje de tocar el puto saxofón, que no suena como antes y no son horas de andar dando por el saco. Arpegios encadenados, mientras acompaño este solo de Chet, invoco los malos presagios para mandarlos a la mierda. O a tu lado, pues todavía me acuerdo. Hasta siempre, veinte-veinte.
Hasta nunca
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