Fiebre de revolcones, pudor de sentirnos de verás al abrirnos las venas entre caricias y sábanas viejas. Los zapatos del pasado, tacón en dirección al cielo de esta madrugada para borrar los pasos que mis cuarenta y dos y medio esconden bajo las suelas. Imprevisto como un corcho prensado al brindar por su fuga, los motivos riman con las ganas de dejarte boquiabierta, y otra vez del revés, bailando al compás que naufraga en tus besos del acorde mi bemol mayor, da capo, una vez que acaban.