Tal vez señor del aburrimiento,
o sabio guardián del silencio.
Ni transparente,
ni ciego para interpretar
Ni transparente,
ni ciego para interpretar
eso que no se escucha,
desde que las bocas hablan
en mi nombre de viejas heridas.
La respiración hecha,
echada está afuera del pulmón,
ahora que los timbales
de mi última oración
reclaman el sentimiento profundo
de mí en tu interior.
Habrá que apostar todo lo demás
al cinco y medio.
En fin, es lo último que manifiesto,
una proclama cobarde,
desde que te quiero
pero, todavía no.
pero, todavía no.
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