A la salida, las lágrimas
por disimular la estela
de gotas al canto de tu boca.
Las ventanas mojadas,
censurando a la clientela,
me invitan a entrar
para mudar de freguesia,
como una orden de desahucio
o alguna puerta entreabierta.
Yo que sentía que apenas o todavía,
se habrían acabado
las madrugadas de amnesia
persiguiendo agua de luna,
mientras el sol levanta las persianas.
mientras el sol levanta las persianas.
Y, creo, van sesenta y seis
desde que perdí la suma.
Dicen que después todo irá bien.
Mira, que no sé
que si son más de diez,
te llevas o dejas una.
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