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Mostrando entradas de abril, 2019

42.- Dentro.

Una gota de lluvia, conocedora de la ceremonia paisajística escondida en cada mirada, me transporta, sin quererlo, a un mundo antes irredento. Lleno de esperanzas e ilusiones, porto la pena en el bolsillo secreto de estas, mis palabras gastadas... -¿Aquí? -No, sino aquí . Dentro.

41.- De esta manera.

Parados y camareras acariciando el éxito, arrancándose la envidia con ira desmedida de sed inagotable. Y yo de esta manera, solo quiero que me liberes de esta, barra gastada. ¿Te vale con mi amor o tendré que hacerme el simpático? Soy un paisaje de lunes cerrado, con el periódico al aire, aunque te olvides. No soy un cabrón, tan solo me cuesta a veces decir que no. Sálvame si te vale con mis pasos por el medio de la calle. Supongo que esta vez no me dejo creer aunque ya lo dije y no quiero seguir más el recorrido. No sé parar ni quedarme frío, por rendición del sol a sol y dos desastres por quedarme un rato a solas conmigo. Un asiento vacío y una oportunidad para la noche que me toca librar. ¿Quién me araña cuando no puedo más? Una calada fugaz que viene a por mí y, en la cama, otro viaje. Ya me entiendes, aunque no me conozcas, pues pasé por aquí con mis pensamientos y puede que, quizás, alguno quedase varado en la vereda de tu recuerdo. 

40.- Hada.

Nunca apartaba la mirada de la tragaperras y solo dejaba la muleta de la que se servía para sostenerse cuando se quedaba sin monedas. No sé si dormía despierta o si algún día volvía a casa, pero jamás parecía cansada. Ostentaba unos ojos transparentes que tornaban verdes al observarlos sobre el fondo marino de sus córneas. A veces podías reflejarte en ellos sin que ella te viese y solía revolverse la boca con tragos de cordura. En verdad, me recordaba que valía la pena vivir incluso cuando afligen la amnesia y los incendios que corrompen las entrañas los viernes por la mañana. Un día debió ser hermosa como Brigitte Bardot logrando que el cigarro evitara consumirse por el solo anhelo de acariciar aquellos labios una vez más. Hoy he sabido que mi hada se suicidó en una cama del hotel Riscatto e imaginé al juez de instrucción calado hasta los huesos, iluminado por una amarillenta luz desgastada como las fuerzas de quien se tomó todo su trabajo en morir.