Podríamos jugar piedra, papel o tijera, a través del cristal. Apoyarnos en Stand by me, de Ben E. King, mientras acaricio el curvo recuerdo del tacto de tu pelo. Quiero que canten los demás, una versión fatal para el consuelo. Podríamos huir en los recreos, y ser lo que idearemos cuando seamos más viejos… Y, de pronto, mi alma en fragmentos. Se desliza por el tiempo esta puta onda expansiva, que es la sombra de la sombra de la sombra de su sombra. La siento en cada abrazo que busco, y en cada beso que encuentro. Necesito estar a oscuras para sentirme suficientemente lejos.