A placer, sírvete de las palabras de mi boca, de amenazas por encerrar nubes negras de tu voz a punto de volver a las aguas derramándose entre los dedos. Y tu mirada imprevista se encogería los tímpanos al verme huir así para poder dejar la misma piel atrás. Correr y correr por mil ríos, y esconder pesadillas a domicilio en corsés de lencería, cuando suenan orquestas vacías al compás que desdibuja, sin remordimientos ni disculpas, los besos suicidas de lost enamorados.